Aimee Perez

En el centro de la habitación había una mesa llena de libros de moda, Chanel, Balenciaga, para todos los gustos, entre los libros búcaros de cristal llenos de agua y en uno de ellos crecía una simple enredadera esas que crecen en los patios de la Habana, las que no teme a donde van. Hacia el norte una gran ventana abria sus brazos al horizonte, luz bañaba todo aquello en su camino y la cristalería en la mesa le guiñaba a todos los que entraban pero ella no lo noto sus gafas de sol menguaban la conversación.

Se sentó frente al cuadro de Lam que descansaba en el piso de madera, cruzó su pierna sacó la petaca de plata con sus iniciales y pausadamente como un ritual prendió el Camel. AP