Aimee Perez

El volanton asomó su pico entre las ramas de el enebro que bordeaba el roble, tan sorprendido como yo revoloteo. Lo anidé en mis manos y mire hacia las ramas del roble. Ah pequeño donde está tu nido? Los dos arrendajos azul respondieron con un regaño y se acercaron hasta donde el temor los paro. Nada que temer les contesté, abrí mis manos y el pequeño arrendajo azul voló. AP